El estado de enamoramiento ha sido comparado por Sigmund Freud con la hipnosis, por la sensación de idealización que conlleva y la necesidad de fusión y posesividad para con quien resulta elegido. Se dice que quien se enamora se “enceguece”, debido a que imagina que el otro colmará todas sus expectativas. Si bien es un espejismo -y un estado transitorio-, parece ser un paso fundamental y necesario en la construcción de una pareja estable.